sábado, 27 de abril de 2013

AMIN MAALOUF, Los desorientados.



Simplemente lo compré porque me gustó el tema cuando lo leí en la contraportada, tenía además la lejana referencia de León el Africano.
Los desorientados tiene 518 páginas y el título hace referencia a la desorientación que padecen un grupo de amigos de la juventud que, por acontecimientos relacionados con su país, se dispersan y dejan de verse durante veinticinco años.
Amin Maalouf nació en Beirut en 1949, es un escritor libanés que escribe en francés, ya que se educó en un colegio francés de jesuitas (su madre era católica y francófona) y, además, reside en París desde hace años. Empezó a trabajar como periodista para el principal diario libanés, An Nahar. Cuando la guerra civil estalló en el Líbano en 1975, decidió abandonar su patria, y desde ese año se refugió en París, donde vive y escribe. Ha recibido muchos premios entre los cuales está el Premio Goncourt (1993) y el Principe de Asturias de las Letras (2010).

Su literatura mezcla la realidad histórica con la ficción, y aspectos de las dos culturas en las que se mueve su vida: la occidental y la oriental. En Los desorientados aparece claramente este rasgo de su narrativa puesto que el protagonista Adam, junto con otros amigos de la juventud, se exilió de Líbano a raíz de la guerra y se instaló a vivir en París. La muerte de uno de ellos, que se quedó en el Líbano e hizo carrera política, Mourad, propicia el regreso de Adam y la reunión del dispersado grupo de amigos. En el grupo había personas de todas las religiones y, tras la dispersión, los contrastes entre las dos culturas se agudizaron.
Además hay una preciosa historia de amor y sexo con una amiga del grupo de juventud, Semiramis, que también se quedó a vivir en Líbano.
La novela va desgranando en dieciséis días, a partir del diario de Adam, las personalidades de los diferentes integrantes del grupo y los contactos de Adam para encontrarse todos de nuevo en su país. Y no desvelo nada más de la novela puesto que hay sorpresa final.

Adam habla en su novela de la civilización levantina para referirse a la civilización del Líbano:

Una expresión con la que sonríen los ignorantes y les chirrían los dientes a los partidarios de las barbaries triunfantes, los adeptos de las tribus arrogantes que se enfrentan en nombre del Dios único y no saben de peor adversario que nuestras identidades sutiles (p. 34).

Sobre su relación con Semiramis:

¡Tenía que pasarnos!
Que después de haber comido el fruto ofrecido, deseásemos el fruto prohibido.
Que después de habernos amado con consentimiento, nos amásemos con desobediencia.
¿Quiere decir esto que mi relación con Semi no es ya ese paréntesis que teníamos programado cerrar desde el mismo momento en que lo abrimos? Sí, lo es todavía, no puede ser más que un paréntesis, ni en mi cabeza ni en la suya. Pero una relación, para ser noble, tiene que vivir entero su ciclo. No solo su edad adulta, sino también su infancia y su adolescencia, aunque las viva en desorden. Y también tiene que dar con su alquimia propia, con su propia mezcla de razón y de sinrazón, de fervor y de desapego, de emoción y de humor, de intimidad y de distancia, de palabra y de carne.
Lo que importa es que los amantes sepan conservar el recuerdo de esa relación como si se tratase de un viaje que han hecho juntos (p. 375)

Me gusta su manera de escribir, elegante y pausada, la manera de establecer el diálogo a dos voces, interior y pública. Una novela llena de matices y sentimientos que se desarrolla alrededor de temas trascendentes: amor, pasión, amistad, religión, revolución y vida.

sábado, 20 de abril de 2013

J. D. SALINGER y MIRCEA CARTARESCU...

Hoy estoy entre dos afamados escritores que tenía ganas de leer. Mientras Salinger no ha acabado de interesarme por el tema, Cartarescu me ha entusiasmado. De ambos tengo intención de leer más obras, especialmente del segundo, ya que la brevedad del relato me ha dejado con ganas de leer alguna otra obra suya y confirmar mi extraordinaria impresión.

J. D. SALINGER, El guardián entre el centeno. 



Me parecía que no haber leído nada de Salinger era una ausencia que no me podía permitir, así que compré ésta que es su novela más conocida.
El guardián entre el centeno tiene 279 páginas y su título en inglés (The catcher in the rye) hace referencia a una reflexión que el protagonista realiza en el libro sobre la letra de un poema, que trata sobre un catcher (alguien que agarra o sujeta) que evita que “los niños caigan en el precipicio”.
La primera traducción al castellano de la obra, realizada en 1961 por Compañía General Fabril Editora, fue titulada El cazador oculto. Posteriormente una traducción española de 1978 tituló la obra como El guardián entre el centeno. Ese título viene siendo criticado por escritores no españoles desde hace tiempo. El guardián entre el centeno es estrictamente literal porque responde a las cinco palabras del título en inglés, pero esa literalidad no beneficia el sentido, más bien lo oscurece.


Jerome David Salinger nació en Nueva York en 1919 y murió en 2010. Es considerado como un importante representante de la literatura moderna estadounidense y esta obra, escrita en 1951, un clásico casi desde el mismo momento de su publicación. Tras su éxito, Salinger se apartó del mundo protegiendo celosamente su intimidad, dedicándose, entre otras cosas, al estudio del hinduismo.
La historia de El guardián… es narrada en primera persona por Holden Caulfield, un adolescente que es expulsado del colegio privado en el que estudia por su elevado número de suspensos. En lugar de esperar al día en que sus padres tendrían que recogerlo decide marcharse unos días antes del colegio y vivir al margen de obligaciones y tutelas familiares o escolares. Sus diálogos interiores van mostrando su incomodidad y rebeldía con la sociedad en la que vive así como sus contradicciones. 

Ha sido considerada una de las novelas que mejor refleja las contradicciones propias del mundo adolescente.
Ha sido un libro criticado por su lenguaje y sus referencias a las drogas, el alcohol y la prostitución, temas que Holden Caulfield trata con despreocupación y naturalidad. El lenguaje fue considerado ofensivo en los primeros años de su publicación. Particularmente encuentro repetitivo e innecesaria la coletilla, constantemente utilizada, y eso, nada de eso.
La verdad es que no ha conseguido interesarme el tema de este rebelde sin causa y, aunque tiene fragmentos interesantes por su crítica a la sociedad norteamericana y por bucear de una forma acertada en el mundo de  la   adolescencia, no ha conseguido atraerme lo suficiente. Mis expectativas eran, quizás, excesivas respecto a lo que he encontrado al leerlo.

Un fragmento que refleja la visión del mundo que tiene Caulfield:

Aún era pronto cuando llegué, así que me senté en uno de los sofás de cuero que hay cerca del reloj en el vestíbulo y me puse a mirar a las chicas. (…) Chicas con las piernas cruzadas, chicas con las piernas sin cruzar, chicas con piernas fantásticas, chicas con piernas asquerosas, chicas que parecían chicas estupendas y chicas que debían ser unas brujas si llegabas a conocerlas. Era un panorama muy bonito, si entienden lo que quiero decir. En cierto modo, era también bastante deprimente porque uno no podía dejar de preguntarse qué sería de todas ellas. Quiero decir cuando salieran del colegio y la universidad. Te imaginabas que la mayoría se casarían con unos imbéciles. Con tíos de esos que siempre están hablando de cuántos kilómetros pueden sacarle a un litro de gasolina en sus malditos coches. Tíos que se enfadan como niños cuando les ganas al golf o hasta un juego tan estúpido como el ping-pong. Tíos malos de verdad. Tíos que nunca leen libros. Tíos aburridos… (pp 167-168).

No sé qué pensar sobre que una obra tan consagrada y reconocida, no me haya acabado de gustar…



MIRCEA CARTARESCU, El Ruletista.





Compré este relato por la recomendación que realizó offuscatio en su blog Livros y más libros.

Este breve relato tiene 47 páginas con un prólogo de Marian Ochoa de Eribe Urdinguio de 7 páginas. El título hace referencia al protagonista del relato, un hombre que protagoniza sesiones de ruleta rusa.



Mircea Cartarescu, Bucarest (1956), es poeta, narrador y crítico literario. Doctor en Literatura Rumana por la Facultad de Letras de la Universidad de Bucarest. Es considerado como uno de los más importantes teóricos del posmodernismo rumano. Este relato formaba parte del volumen de cuentos Nostalgia (1993).

El Ruletista lo escribe un narrador que desde hace años duerme mal y sueña con un viejo que enloquece por culpa de la soledad. Únicamente el sueño me refleja de forma realista. Me despierto llorando de soledad (…). Ya no puedo soportar mi vida, pero el hecho de entrar hoy o mañana en una muerte infinita, me obliga a intentar pensar (p. 16). De esta manera tan rotunda se sitúa el autor, un escritor onirista que recurre al sueño, no como huida de la realidad, sino como parte de la realidad trenzada de forma inseparable con todo lo demás (prólogo, p. 13). Los sueños se constituyen en la parte oculta de la realidad.
Otro aspecto destacable de este relato es la relación de lo real y la ficción, la literatura sería un juego en el que la realidad decide convertirse en ficción y el narrador acaba encerrado en el mundo de ficción que él mismo construye, un mundo que bordea la locura:

Pero hay un lugar en el mundo donde lo imposible es posible, se trata de la ficción, es decir, la literatura. Allí las leyes del cálculo de probabilidades pueden ser infringidas, allí puede aparecer un hombre más poderoso que el azar. El Ruletista no podía vivir en el mundo, lo cual es en cierto modo una forma de decir que el mundo en el que él vivía era ficticio, que era literatura. No tengo ninguna duda, el Ruletista es un personaje y aquí no puedo evitar mostrarme exultante de alegría. Porque los personajes no mueren jamás, viven siempre que su mundo es “leído” (pp. 57-58).

En medio de este juego onírico y de la literatura como autopista entre la realidad y la ficción, una tremenda y escueta historia, un personaje banal que se convierte en inmortal.
Muy recomendable.


miércoles, 17 de abril de 2013

DEL PARAISO COMPARTIDO (LA LECTURA) A LA PUTA CALLE

No he cambiado la entrada sobre el paraíso compartido de la lectura que había previsto editar para hoy, pero he incluido la lectura de a la puta calle, de Cristina Fallarás, porque juntas no me parecen incompatibles aunque lo parezcan… o eso creo…

CATRIN ARNO


Se habla muchas veces del hechizo de los libros. No se dice lo suficiente que es por partida doble. Está el hechizo de leerlos y el de hablar de ellos. Todo el encanto de un Borges está en que leemos las historias que cuenta mientras sueña con otros libros inventados, soñados, fantasmagóricos. Y, en el espacio de pocas páginas, tenemos los dos encantamientos a la vez.



He podido, en mi vida, notar con frecuencia esa virtud de los libros. Pero fue ese día cuando la descubrí. Estás con una extraña, te pregunta qué estás leyendo, o se lo preguntas tú, y, si los dos pertenecéis al universo de los que leen, ya estáis a punto de entrar cogidos de la mano en un paraíso compartido. Y, como un libro, llama a otro, vais a saber juntos de hazañas, de emociones, de mitos, de ideas, de estilos, de esperanzas.



AMIN MAALOUF, Los desorientados (p. 456).

DEL PARAÍSO A LA PUTA CALLE...



CRISTINA FALLARÁS, A la puta calle. Crónica de un desahucio.

El pasado viernes día 12 tenía una reunión en Barcelona,  durante los tres cuartos de hora que me cuesta llegar a Barcelona (y otros tantos de vuelta) mi actividad favorita es escuchar música y/o leer. En esta ocasión decidí llevarme el libro de Fallarás a la que ya conocía por la novela breve aquí comentada, Últimos días en el Puesto del Este.
Su libro, de 157 páginas, es la crónica del desahucio que ella misma ha padecido.

Cristina Fallarás está padeciendo una situación que afecta en este país a miles de personas, que se ha acabado convirtiendo en un problema de orden público para el poder político por los escraches que, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, se ha visto obligada a realizar dado que la clase política de este país les ha ignorado desde hace cuatro años.

Aquellos a quienes los ciudadanos elegimos para que gestionaran este país no sólo no han estado a la altura, sino que han desertado, han dado la espalda a las personas que dependen de ellos, de sus decisiones, de las leyes que dicten. Los unos y los otros, todos. Los ciudadanos españoles ya no creen en el papel de sus políticos. A mí me parece sencillamente que no hay gobierno, y me abruma este país que veo retroceder, con peineta y banqueros, hacia épocas que no recuerdo haber vivido (p. 17).

Cristina Fallarás se desnuda en este libro, abre su desesperada situación al lector, abre su ánimo y su alma para explicarnos, como ella lo enuncia, su caída en el despeñadero del monte Niesen. Desvela, como periodista que es, con bisturí, el empobrecimiento brutal, a palos, del ejercicio responsable de mantener a la población informada de lo que sucede, y también el intento de destrucción de un colectivo profesional miserizado, utilizado y prostituido por unas empresas con demasiados intereses y relaciones con el mundo financiero como para hincar el colmillo en ese hueso (p. 66).

Y valiente y luchadora como es, da claves de la comodidad con la que el PODER (esa extraña alianza de banqueros, especuladores, políticos corruptos, empresarios que sanean sus empresas de trabajadores legalizados y medios de comunicación) lo está haciendo en nuestro país debido al concepto de autoridad que en España es hijo de cuatro decenios de dictadura y siglos de Iglesia católica, más la mediación de una transición democrática basada en el engaño (…). Así que aquí se han dado por supuestas la obediencia ciega a la autoridad y el respeto sin fisuras por sus representantes (p. 147).

Como explicaros que, cuando describe Fallarás la situación personal y familiar en la que vive tras perder hace cuatro años su trabajo y sufrir el desahucio, me encogí por dentro mientras acababa de leer su extraordinario libro, de vuelta de una reunión llena de impotencia y desánimo por la docilidad general en que estamos instalados.


Imagen de Catrin Arno tomada de google

sábado, 13 de abril de 2013

POESÍA Y MÁS POESÍA… FELIPE BENÍTEZ REYES, ANTONIO GAMONEDA, AMALIA BAUTISTA y ANNA GARCÍA GARAY.



FELIPE BENÍTEZ REYES, Las identidades.
Alguien me descubrió uno de sus poemas y fui a buscarlo a la librería. Las identidades reúne los poemas de los últimos siete años y tiene 111 páginas divididas en tres partes: Los protocolos inversos, Actualidades y símbolos al paso y Entre sombras y bosquejos.


Nació en Rota (1960), donde inició sus primeros estudios; estudió Filología Hispánica en la Universidad de Cádiz y en la de Sevilla. Es autor de una obra versátil que abarca la poesía, la novela, el relato, el ensayo y el artículo de opinión.
Hay muchos poemas que me han gustado porque me hablan de sensaciones y sentimientos cercanos. 

ANKA ZHURALEVA

 Las identidades:

La conciencia no. No exactamente.
Ni siquiera la culpa,
que alza estatuas de bronce para ser recordada.

Por debajo del propio pensamiento
se expande la raíz de lo sin nombre,
lo que emana de ti cuando no eres,
lo que da identidad a tus extraños.

Eres ese temblor que va contigo.
Eres el mismo, en fin, que nunca fuiste.

Quemaste el paraíso para ver cómo ardía.
Nunca pierdes la llave de tu casa invisible.
Tan errante de ti por no estar solo.
Tan perdido de ti que al fin te encuentras.


ANTONIO GAMONEDA, Antología poética.
Hace meses que leo poesía de Gamoneda. Este libro, de 218 pág., lo cogí en la Biblioteca pública y es una selección de poemas de Primeros poemas:La tierra y los labios [1947-1953 y 2003], Sublevación inmóvil [1953-1959 y 2003], Exentos I [1959-1960 y 2003]. Blues castellano [1961-1966 y 2004], Exentos II: Pasión de la mirada [1963-1970 y 2003], Descripción de la mentira [1975-1976 y 2003], Lápidas [1977-1986 y 2003], Libro del frío [1986-1992 y 2004], Libro de los venenos [1995], Arden las pérdidas [1993-2003 y 2004], Cecilia [200-2004], Exentos III [1990-2003 y 2004].
Antonio Gamoneda (Oviedo,  1931) es un poeta, ganador del Premio Cervantes en 2006. Ha vivido desde los 3 años en León, ciudad que ha influido notablemente su trayectoria poética.

El poeta vivió inicialmente en el principal barrio obrero, y ferroviario, de la ciudad: el Barrio El Crucero. Este lugar fue un observatorio privilegiado de la represión llevada a cabo por los nacionales durante la guerra civil y la inmediata posguerra dejando huella en la psicología y en la memoria del poeta. Estamos ante un poeta que podemos incluir dentro de la resistencia intelectual al franquismo.
La poesía de Gamoneda es sobria, desnuda, desoladora, influida por la historia colectiva de la guerra y la postguerra. Se ha considerado que está en la línea del último Lorca. Su poesía son un torrente de sensaciones, detalles que nos trae la memoria colectiva. Su poesía es un ejercicio de interiorización de sus vivencias y, desde este punto de vista, su poesía es una peculiar autobiografía. No estamos ante un poeta fácil, sus poemas son una suerte de estilete que te deja sin respiración cuando lees un verso y otro…

PAVEL TERESHKOVETS

Exentos I (fragmento)
(…)
Andas cien pasos.
Ya ves
cómo le tiemblan los extremos de la boca
porque te ama y porque tiene miedo.

Y ahora ya la has rodeado con tus brazos
y tocas la dura suavidad de los hombros
y trozos, fresco unos y abrasadores otros, de su cuerpo.

Y de pronto te das cuenta de que huele mucho
a ella misma y a mujer y a algo
desconocido aún, y lo respiras.

Entonces los dos os sentáis en la tierra
y pones la cabeza sobre su pecho
y la oyes vivir.
(…)

Descripción de la mentira
En ciertos casos, mis palabras podrían atravesar tus labios, entrar despacio en tu existencia; no lo que dicen sino las palabras mismas, su exhalación caliente como el amor.


AMALIA BAUTISTA, Tres deseos. Poesía reunida.
Tres deseos reúne la poesía creada por A. Bautista (Madrid, 1962) desde la segunda mitad de la década de los años ochenta hasta la primera de ésta. La autora es licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.


Su obra poética destaca por su intensidad, su contenido vital y cotidiano, y su lenguaje poético transparente y nítido. En su poesía dialogan las fuerzas de la vida y eso hace que sus poemas sean reconocibles para quien los lee como si las emociones que transmite se vieran reflejadas en un espejo. Sus temas son muy diversos pero destaca el amor, la ternura y las emociones diversas que, a veces, transmiten soledad, dolor, desasosiego o perplejidad. Su poesía es un auténtico recorrido íntimo reconocible pese a que va desgranando un universo simbólico de perfiles tenues que tienden hilos entre la autora y sus lectores.

ARNO RAFAEL MINKINNEN 

Cuerpos y cabezas
A veces, muchas veces, nuestros cuerpos
no tienen más remedio que rendirse.
Y se separan, se separan tanto
que hasta parecen divergentes. Pero
nuestras cabezas siguen enredadas,
y aún no conocemos la herramienta
que pueda liberar una de otra.


ANNA GARCÍA GARAY, Assassins de margarides.


Anna García Garay (Sabadell, 1972).
Encargué este libro por internet al ver unos versos en el blog de Sfer 
Desde entonces la sigo en su blog y disfruto de sus textos breves pero que transmiten siempre la fuerza y vitalidad de su escritura.

KATERINA LOMONOSOV 

La verticalitat d’un somriure

Les paraules que no diem pesen a les parpelles.
Amb els ulls tancats,
intuïm el diàleg de les llengües,
el prec humit del sexe.
Les mans s’uneixen a la conversa.

Retalla’m la silueta del crit
contra la llum de la finestra.
Els gemecs,
com un exèrcit d’ombres xineses
que em conquereix el cos.
Els teus llavis no concedeixen cap treva
Sobre la bandera blanca del llençol.
La pau encara és lluny.
Els dits, ben endins,
Busquen el final d’aquesta guerra.

Cuatro poetas diferentes pero con un hilo común, mi atracción hacia una poesía transparente, vital y llena de emociones reconocibles y creíbles. Por su edad y recorrido hay también diferencias apreciables pero no puedo sino recomendar su lectura.

sábado, 6 de abril de 2013

LIZZ WRIGHT... JORGE SEMPRÚN, El largo viaje.


LIZZ WRIGHT
Artèria Paral.lel, 5 Abril 2013, 21 h


Soy consciente del peculiar  maridaje de hoy. Ha sido la casualidad quien  ha unido la novela de Semprún, que ya estaba programada, y el concierto de Lizz Wright que fue ayer.
Lizz Wright es una de mis voces favoritas, es raro que pase una semana sin que escuche  alguno de los cuatro CDs que tengo: Dreaming wide awake, The Orchard, Salt y Fellowship. Pese a que no me gusta especialmente el góspel, el suyo, un góspel ecléctico y pasado por su estilo y sensibilidad, me suena extraordinariamente bien. Tiene una voz privilegiada e iba acompañada por unos excelentes músicos (no conozco sus nombres, un batería, dos guitarras y teclados). Gran parte del concierto se centró en Fellowship, álbum en el que toma inspiración de, otras de mis voces preferidas, Jimi Hendrix, Eric Clapton i la estupenda Gladys Knight, juntamente con el material más reciente de Joan Wasser.
Apareció con el pelo corto y unas pequeñas rastas, unos pendientes redondos blancos, una blusa de tirantes blanca que llevaba un bordado que le recogía el pecho y tres capas de volantes hasta casi las rodillas, tejanos y unos zapatos nude de plataforma y tacón de cuña. Al final del concierto, en el primer bis, se quitó los zapatos (en el anterior concierto al que asistí, siempre estuvo descalza) y cantó una canción a capela, góspel auténtico, maravillosa.


No se podían hacer fotos pero hice con el móvil una del escenario y robé la segunda, no es nítida pero….
Solo puedo añadir que, para mi, fue un placer este concierto y……….. que estoy afónica!!


JORGE SEMPRÚN, El largo viaje.


Esta novela la compré por recomendación de una compañera de trabajo. Estamos ambas en un proyecto, en colaboración con Amical Mauthausen, sobre los campos de concentración nazis.
La novela tiene 241 páginas y el título está relacionado con el largo viaje que Semprún realizó en 1943 por la campiña francesa durante la ocupación alemana. Dentro de ese tren, varios centenares de hombres se dirigen hacía el horror del campo de concentración de Buchenwald.

Jorge Semprún (Madrid 1923-París 2011) fue un político, escritor, intelectual, y guionista cinematográfico que escribió casi siempre en francés. Fue Ministro de Cultura en el gobierno de Felipe González (1988-1991). Con El largo viaje, Jorge Semprún rompía un largo silencio, en 1945 tras ser liberado de Buchenwald, decidió callar sobre sus vivencias en este campo de concentración hasta que, casi veinte años después, publicó, en 1963, en Francia El largo viaje (merecedor en 1964 del Premio Formentor y del Prix de la Résistance): había hallado el modo de escribir el largo camino hacia el horror.


Semprún consideró, mientras guardó silencio, que recordar era revivir, volver a sentir todos los sufrimientos padecidos en su reclusión e impedir que la memoria pudiera cicatrizar y olvidar para seguir viviendo. Si se olvida se puede rememorar sin revivir el sufrimiento extremo padecido.

La novela de Semprún no pretende relatar lo sucedido en Buchenwald, los nazis apenas están presentes en ella, su objetivo más bien es hacer un autorretrato de las víctimas viajando amontonados en un tren durante varios días y sin saber su destino.

Cae la noche, la cuarta; la noche despierta los fantasmas. En la negra turbamulta del vagón, los hombres se vuelven a encontrar a solas con su sed, con su angustia y su cansancio. Se ha hecho un silencio pesado, entrecortado por algunas quejas confusas y prolongadas. Todas las noches igual. Después vendrán los gritos enloquecidos de quienes creen que van a morir (p. 30).

En el vagón viajan enclaustrados partisanos y resistentes hacia un destino que saben terrible. Desde el recuerdo biográfico relata el viaje pero también rememora el antes e incluso el después del campo de concentración.
Tras un inicio un tanto confuso, pronto los recuerdos van encontrando su lugar y, con una prosa brillante, van encajando en su narración con un sentido preciso: no olvidar lo sucedido en esos espacios de horror que fueron los campos de concentración.
Semprún afirmaba que los alemanes que los veían pasar por los andenes de las diversas estaciones, los consideraban bandidos y terroristas y de ese modo…

…veían en nosotros lo esencial, lo esencial de nuestra verdad, esto es, que éramos los enemigos irreductibles de nuestras relaciones, el hecho de que fuéramos, ellos y nosotros, los términos opuestos de una relación indisoluble, que fuéramos la mutua negación unos de otros (pp. 140-141).

La columna de detenidos, y trasladados a los campos, de los que formaba parte Semprún:

No eran seres anodinos, grises, arramblados por casualidad en cualquier ciudad, sino combatientes. Su columna, por lo tanto, desprendía una impresión de fuerza, permitía leer en ella como en un libro abierto, una verdad densa y compleja de destinos comprometidos en una lucha libremente aceptada, aunque desigual (p. 234).

El autor describe un suceso que me ha parecido relevante. A los pocos días de liberar el campo de concentración llegó una visita inverosímil, dos coches con muchachas de “Misión France” que querían visitar el campo. Estas jóvenes iban riendo y cotorreando, según palabras de Semprún, y una de ellas se aventuró a afirmar: Pues no parece que esté tan mal (p. 73). Ante tal afirmación:

Hago pasar a las muchachas por la puertecilla del crematorio, la que conduce directamente al sótano. Acaban de comprender que no se trata de la cocina y se callan de repente. Les enseño los ganchos de donde suspendían a los compañeros, pues el sótano del crematorio servía también de cuarto de tortura. Les enseño los vergajos y las porras, que siguen en su sitio. Les explico para qué servían. Les enseño los montacargas que llevaban los cadáveres hasta el primer piso, justo frente a los hornos. Las muchachas ya no tienen nada que decir. Me siguen, y les enseño la hilera de hornos eléctricos, y los restos de cadáveres semicalcinados que han quedado en los hornos. (…) Las hago salir del crematorio al patio interior rodeado por una valla muy alta. Allí ya no les digo nada en absoluto, les dejo que miren. Hay, en medio del patio, un hacinamiento de cadáveres que alcanzará tal vez los cuatro metros de altura. Un apiñamiento de esqueletos amarillentos, retorcidos, los rostros del espanto.
(…)

Me vuelvo y ya se han ido. Han huido de este espectáculo. Por otra parte las comprendo, no debe ser divertido llegar en un bonito coche, con un lindo uniforme azul ceñido a los muslos, y caer sobre este montón de cadáveres poco presentables (pp.75-77).

El largo viaje es una novela muy especial puesto que se trata de un testimonio personal y, a la vez, colectivo. Es una vivencia que trata de trascender el dolor a través del olvido para poder contar lo sucedido y la calidad humana de las víctimas frente a los verdugos (también incluye a los que callaron y se escudaron en que no sabían nada). 

Fotografía del autor tomada de google. El resto de fotografías de Laura Uve.