QUINT BUCHOLZ
Un imponderable es un
elemento, circunstancia o hecho que sucede de manera inesperada e inevitable y
tiene consecuencias que no se pueden conocer o precisar. Siempre me ha hecho
reflexionar la influencia que tienen en nuestra vida los imponderables: un encuentro fortuito, un accidente, un cambio de
residencia, una ola de calor. ¿La vida es un conjunto de imponderables que
vamos afrontando y resolviendo según sabemos y podemos? ¿Nos abrimos a las
posibilidades y sorpresas de los imponderables o preferimos planificar nuestra
vida al milímetro para cerrarles el paso?
Me resulta difícil planificar la vida
para prever todo lo que sucederá y resolverlo con anticipación. Prefiero el
riesgo de dejar que los imponderables me sorprendan y reten mi capacidad de
reacción (sé que no siempre son positivos y agradables). Me encantan las
sorpresas y las posibilidades, las contingencias, las probabilidades, las eventualidades,
las casualidades, las ocasiones que presenta la vida, en definitiva.
En esta novela, una sorprendente ola de calor en
Inglaterra es el imponderable.
MAGGIE O’FARRELL, Instrucciones
para una ola de calor.
El libro ha llegado a mis manos por recomendación de
mi librera R., a las dos nos gusta hablar de libros y, a ella, del mundo
editorial. No suele adoptar la posición de recomendar, al menos conmigo. Sólo
si elijo una novedad que está segura que no tiene calidad, se las agencia para
sugerírmelo y, a veces, dice: sin embargo
ésta, ---, me ha parecido una buena novela. Pues este fue el caso de la que
reseño a continuación.
Instrucciones
para una ola de calor tiene 313
páginas y su título responde a la ola de calor que padeció Londres en el verano
de 1976 y las consiguientes medidas recogidas en la “Ley de emergencia contra
la sequía”, que fue aprobada ese año, sobre el agua y la situación de
emergencia que se podía producir. Algunas de estas medidas aparecen en el inicio de cada capítulo.
Maggie O’Farrell nació en 1972 en Irlanda del Norte y
es periodista y escritora. Debutó como novelista con After You’d Gone (2002) y ha publicado cuatro novelas más, incluida
ésta última que aquí se reseña.
Instrucciones
para una ola de calor está dividida
en cuatro capítulos, los cuatro días, del 15 al 18 de julio de 1976, en que
Robert Riordan permanece desaparecido de su hogar en Highbury, Londres. La
novela concluye en Irlanda donde su mujer Gretta y sus tres hijos, Monica,
Michael Francis y Aoife, lo encuentran.
La novela va desvelando las relaciones amorosas y
familiares de los personajes protagonistas y una trama de secretos que
introducen en la trama misterios por desvelar. Aun cuando la novela se centra
en las múltiples concesiones y compromisos que se tienen que ir haciendo a lo
largo de la vida en la familia y con la pareja y los hijos, está escrita a
ritmo de thriller y aunque
empieza
como si fuera una novela costumbrista de una familia irlandesa emigrada a
Inglaterra, enseguida va creando interrogantes que te mantienen en vilo para
ver por dónde se van resolviendo.
Pero Gretta guarda una extraña
inmovilidad. Y Monica conoce esa curvatura hacia debajo de la boca, esos
párpados algo entornados. Es el gesto que compone cuando ha oído alguna
palabrota, cuando se la reprende por alguna compra absurda, cuando le piden que
dé cuentas del paradero de alguno de sus inútiles parientes. El gesto que
compone cuando se dispone a reinventar, a editar, a dar una versión revisada y
corregida de una conversación, un encuentro o un evento de su pasado (p.
250).
La
novela está bien escrita y muestra una gran perspicacia para las complicaciones
de las relaciones familiares. Aunque muestra la crudeza que puede darse en
dichas relaciones, es indudable la ternura que siente por los personajes que
construye, especialmente me ha gustado la complejidad de Aoife (Eva en
irlandés, un nombre con una sola consonante).
La lista de cosas que no podía hacer
parecía interminable. Era incapaz de darle a una pelota, ni cogerla, era incapaz
de escribir, incapaz de tocar un instrumento, incapaz de cantar sin desafinar,
incapaz de integrarse con la gente, siempre estaba al margen, siempre
misteriosamente aislada, extraña, diferente (p. 97).
Las
dificultades de adaptación de los católicos irlandeses, y los problemas para
ser aceptados en Inglaterra por el terrorismo del IRA con quien los relacionan,
queda trazado en pocas pero clarificadoras pinceladas.
Aquello tampoco lo entenderían nunca
sus hijos, nacidos en Londres: lo duro que era todo entonces, cuando en Irlanda
no había trabajo, cuando no se podía hacer nada, cuando los barcos que
transportaban el correo se llenaban de desesperados que acudían a Inglaterra
para ganar cuatro perras. Sus hijos creen que lo han pasado mal: cuando se
metían con ellos en el colegio, cuando contaban insultantes chiste delante de
ellos, cuando los hijos de ciertos vecinos alegaban que sus padres no les
dejaban jugar con sucios católicos. Pero no tienen ni idea de lo que
significaba ser irlandés en la Inglaterra de aquel entonces, hace mucho tiempo,
hasta que punto te odiaban y despreciaban y te faltaban al respeto (p.
241).
Una
novela que me ha sorprendido agradablemente, quizás el final está demasiado
edulcorado para mi gusto, pero que recomiendo.
Imágenes (excepto la portada del libro) tomadas de google.