miércoles, 27 de agosto de 2014

DESVENTURAS DE UNA FILIOJOYCEANA: FINNEGANS WAKE

MURALES DEL CENTRO JAMES JOYCE, DUBLÍN

Algunos días de agosto: Imbuida de Joyce y tras larga meditación decido embarcarme en la lectura de Finnegans Wake.


23 de agosto: contenta y feliz me dirijo a mi librería habitual a la busca del susodicho libro y de poemas de Joyce: Música de cámara o Poemas manzanas. R, mi librera, inicia la búsqueda con el ordenador y se le va descomponiendo el rostro:

--Hmmm, no, no encuentro nada. La última edición publicada en castellano (yo no soy capaz de leer una obra de Joyce en inglés) es de Lumen, del año 1993… y es imposible encontrarla.

Bueno, no te preocupes, lo buscaré en las librerías de segunda mano por internet. ¿Y sobre los poemas?

Nueva búsqueda y, sonriente, me dice:
--Tengo en la tienda un volumen de Poesía completa.

Bueno, no está mal, por lo menos consigo algunos de sus poemas y salgo con tres libros más (que ahora no viene a cuento comentar pero que son de novela negra, otra de mis pasiones).

FARMACIA EN LA QUE BLOOM COMPRA, EN EL CAPÍTULO 5 DE ULISES, EL JABÓN QUE SU MUJER LE ENCARGA. DUBLÍN

23 y 24 de agosto: hago una infructuosa búsqueda por internet en las librerías de segunda mano. Nada (algunos ejemplares en inglés nada más). Eso sí que me deja confundida, insisto en otras páginas y voy encontrando información que convierte mi búsqueda en desalentadora. Se trata de un libro muy complejo de traducir, las traducciones hechas son incompletas y desde 1993 ningún editor se ha embarcado en tal empresa. 
Busco en la red de bibliotecas populares de Cataluña que es a las que recurro siempre cuando busco algún libro. 
Nada. ¡¡¡NO PUEDE SER!!! 
Salgo de esta red de bibliotecas y sí, dos ejemplares, uno en la Biblioteca Nacional de Cataluña y el otro en el Ateneo Enciclopédico, ambos en Barcelona. En las dos instituciones hay que ser socia. No es problemático serlo, especialmente en la primera, pero me tengo que desplazar 45 Km para ello.


25, 26, 27 de agosto: me pongo en contacto con Marcelo Z para ver si en Argentina es más fácil encontrarlo. Nastis de plastics, igual de difícil. Parece que ha localizado un ejemplar a 100 €. Ufff!!
Me he puesto en contacto con un amigo librero del Mercado de San Antonio a ver si me guía en su búsqueda.

Y esta es mi triste y desventurada historia. La obra la voy a leer sí o sí. Prestada o comprada, la leeré, pero el asunto como veis no es nada fácil.

PUB DE DUBLÍN

Cuando empecé la lectura de James Joyce no sabía que iba a quedar prendada de este escritor, del que ahora mismo estoy leyendo la biografía de RICHARD ELLMANN, James Joyce. Una obra de 944 páginas, muy difícil de encontrar y que me ha prestado R., mi librera.

Pensé que las dificultades estaban relacionadas con su peculiar manera de escribir, nunca pensé que fuera difícil encontrar una de sus obras. Os contaré cómo resuelvo esta aventura.

viernes, 22 de agosto de 2014

AUDUR AVA ÓLAFSDÓTTIR, Rosa candida.


De nuevo un título me ha jugado una mala pasada. Adoro las rosas. Además iba acompañado de una libreta que es la que tengo en uso para apuntarme referencias de lecturas y a la que le tengo un gran cariño. Pero todos esos condimentos, y los muchos premios menores recibidos, no la han dotado del poder de cautivarme, ni siquiera de entretenerme salvo en algún pasaje de la novela.

La novela, que tiene 271 páginas, lleva ese título por el amor del protagonista por las rosas y, especialmente, por una rosa que cultivaba su madre, la rosa de ocho pétalos, que recordaba a una rara rosa blanca, la Rosa candida, aunque el color es diferente, de lo más infrecuente


La trama pretende ser la vida misma, un joven de 22 años se marcha de Islandia poco después de que se produjeran dos acontecimientos muy importantes en su vida: la muerte en accidente de su madre a la que estaba muy unido y ser padre de una niña por un encuentro accidental con la amiga de un amigo. 

Por influencia de la madre, el joven Arnljótur quiere dedicarse a la jardinería y entra en contacto con un monasterio en el que se encuentra el Majestuoso Jardin de las Rosas Celestiales que aparecía recogido en libros antiguos pero que había entrado en decadencia con el paso del tiempo. Su misión es reconstruirlo prácticamente todo. 
Me siento bien en el jardín, es agradable gozar la soledad entre los macizos de flores para reconocer los propios deseos y las propias aspiraciones; silencioso sobre la tierra, ni siquiera tengo que hablar el idioma (p. 135).
Cuando empieza el proceso de adaptación al pequeño pueblo con la ayuda de uno de los monjes, la madre de su hija de nueve meses, Flora Sol, le pide que se quede con la niña un mes para acabar unos estudios que estaba realizando para la realización de la tesina. El encuentro con su hija, cuidarla y la relación que establece con Anna, la madre, irán cambiando sus rutinas.

La historia es plana y con pretensiones de ser sutil y sencilla, me ha aburrido por su lentitud, lugares comunes y su escaso interés. El final es un desastre que culmina una obra hueca y que busca captar a las lectoras femeninas. Solo se salvan algunos pasajes relacionados con el jardín, su relación con un monje que se pasa de copas y es un empedernido cinéfilo y cierta ternura en la relación con su hija. Poca cosa desde mi punto de vista.

viernes, 15 de agosto de 2014

RAFI ZABOR, El oso llega a casa.

¿Volvería? Hasta ese momento no se había parado a pensar que tal vez no lo hiciese. El mundo sin una rosa. Tierra sin agua, espacio sin aire. Corazón sin corazón. Un oso sin motivos suficientes para hacer nada. Sé que el mero hecho de preguntar si un amor como el nuestro puede sobrevivir en este mundo es como invitar a que entre en la habitación una ráfaga de comicidad (p. 368). 



Una extraña novela que pese a sus 698 páginas no he podido dejar de leer hasta averiguar que pasaba con el Oso. Su título me ha parecido que quería decir cosas diferentes a lo largo de su lectura. Me quedo con que el oso llega a casa cuando se encuentra consigo mismo y eso lo hace cuando se pierde en el éxtasis de la música. He llegado a la novela por recomendación de Carlos.

Rafi Zabor nació en New York (1946) y alternó durante mucho tiempo sus tareas de crítico musical y sus actividades como batería de jazz. En 1997 publicó El oso llega a casa y al año siguiente obtuvo el prestigioso premio Faulkner que se concede a la mejor novela publicada cada año en los Estados Unidos. Lo que da prestigio al Faulkner (creado en 1980) es la composición del jurado, formado por novelistas: es un premio entre compañeros. 



Me costó aceptar que el protagonista de la novela era un oso de verdad, un oso parlante y humanizado. Una vez aceptada esta sorpresa, la novela me ha interesado por dos motivos: las reflexiones interiores que constantemente tiene el Oso y su dedicación al jazz, como saxo tenor. 

El Oso sabe que es una anomalía genética y que es difícil aceptarse a sí mismo y que los demás acepten a un Oso que admira, y toca, a los grandes del jazz o cita a Shakespeare. Un oso que ama y que tiene relaciones sexuales, acercándose al límite del rechazo social, que se pierde por el bosque o que se acerca a la muerte al decidir hibernar. El Oso tiene dos grandes amores, su amigo Jones y su amada Isis. Y muchos problemas para vivir su vida. 

Fue la última vez que el Oso intentó mostrarse irónico: la música se llevó toda ironía por delante, avivando el tempo, y el torrente de sus propias ideas lo arrojó a regiones imprevistas. Vio que la preciosa geometría de sus luces y partes vitales y la analizada firma de su ser intemporal eran borradas por las olas de una luz más intensa y que el barco reventaba, y mientras avanzaba a gran velocidad hacia los límites de su perfil trascendente, distinguió detalles (…) que se precipitaban hacia la aniquilación y el abrazo y que sus efímeras construcciones resultaban arrasadas (…) (p. 662). 

El autor se explaya, como nunca había leído, con lo que significa tocar jazz y con las mil maravillas que el Oso intenta desarrollar con su grupo inspirándose en las figuras que admira rendidamente (y que comparto): Sonny Rollins, John Coltrane, Lester Bowie, Ornette Coleman y, en especial, Charlie Parker, entre otros. 
Un autor apasionado por el jazz y que podemos añadir a la lista de otros escritores que aman esta música rebosante de libertad y de clubs nocturnos al más puro estilo noir, como Julio Cortázar (El perseguidor, Alrededor del día en ochenta mundos), Haruki Murakami (Tokio Blues) o Scott Fitzgerald (El Crack-up).

viernes, 8 de agosto de 2014

JAMES JOYCE, Dublineses

Tengo muchas razones para leer estos relatos pero solo explicaré la más obvia: después de leer Ulises puse en el punto de mira esta obra para ir avanzando en la lectura de su obra.



Se trata de quince relatos que, al estilo de retratos fotográficos, captan la vida palpitante de Dublin y de sus habitantes. Fueron publicados en 1914, ahora hace cien años, cuando se inició la Gran Guerra y en Irlanda el nacionalismo estaba en plena efervescencia (la declaración de independencia se produjo siete años después en 1921). No se trata de relatos largos, excepto el último, “Los muertos”, por ello son solo 276 páginas en total. Este fragmento pertenece precisamente al final de ese relato largo. 

Unos roces en el cristal le hicieron volverse hacia la ventana. Había comenzado de nuevo a nevar. Contempló somnoliento los copos, plateados y oscuros, cayendo oblicuamente contra la luz de la farola. Había llegado el momento de que emprendiera el viaje hacia el oeste. Sí, los periódicos tenían razón: nevaba de igual modo sobre toda Irlanda. La nieve caía sobre todos los lugares de la oscura llanura central, sobre las colinas sin árboles, caía dulcemente sobre el pantano de Allen y, más hacia el oeste, caía suavemente en las oscuras olas amotinadas del Shannon. (…) Yacía apelmazada en las cruces y lápidas torcidas, en las lanzas de la pequeña cancela, en los abrojos estériles. Su alma se desvaneció lentamente al escuchar el dulce descenso de la nieve a través del universo, su dulce caída, como el descenso de la última postrimería, sobre todos los vivos y los muertos. 

Al igual que en Ulises estos relatos están centrados en la clase media y baja irlandesa de principios del siglo XX. Con un tono, a veces burlón, siempre crítico, Joyce reproduce con claridad los vicios de los dublineses, en especial el de la bebida, pero también el catolicismo, el rancio y conservador nacionalismo, la parálisis cultural y social, la pobreza.



Me han gustado especialmente “Eveline” y su abandono de los planes de fuga con un marinero, “Un caso doloroso” y la constatación por parte del Sr Duffy de que dejó escapar el amor de su vida y, especialmente, “Los muertos” y las reflexiones sobre el sinsentido de la vida de Gabriel Conroy.

El orden de los relatos en Dublineses no es casual, por ese motivo se habla de que Joyce hace una “novela compuesta”. Cada historia aporta su fotografía al retrato colectivo implícito en el título: infancia, adolescencia, madurez y muerte. La “novela compuesta” avanza también desde el verano al invierno de “Los muertos”. No hay solo transformaciones en cuanto al tema sino también en cuanto a la forma: las historias protagonizadas por niños están narradas en primera persona y a partir de la adolescencia encontramos narradores en tercera persona. 

El brillo de un tardío crepúsculo otoñal se extendía sobre los paseos y las parcelas de hierba, lanzaba un benévolo polvo dorado sobre las desaliñadas niñeras y los decrépitos ancianos adormecidos en los bancos, aleteaba sobre todas las figuras animadas, sobre los niños que gritaban al correr por los caminos de grava y sobre cualquiera que atravesara los jardines. Contempló aquel panorama y pensó en la vida; y (como siempre que pensaba en la vida) se entristeció. Una dulce melancolía se apoderó de él.                                                               “Una pequeña nube” 

Una obra muy bien escrita en la que mezcla diversas técnicas con las que experimenta para transmitirnos la esencia de las cosas. Una obra compleja que se mueve más allá de lo aparente: las diversas edades del ser humano, la familia del escritor, la vida pública de Dublín, su lluvioso y brumoso clima, sus pubs… Joyce es capaz de indagar y captar las sensaciones de su entorno, buscar lo que hay más allá de lo que se percibe a simple vista, seguir su propio pensamiento, o el de sus personajes.

viernes, 1 de agosto de 2014

POSEER ES PERDER

ANTONIO MORA

Por arte se entiende todo lo que nos deleita sin ser nuestro -el rastro de unos pasos, la sonrisa que a alguien regalamos, el ocaso, el poema, el universo objetivo.

Poseer es perder. Sentir sin poseer es guardar, porque es extraerle a una cosa su esencia.

FERNANDO PESSOA, Libro del desasosiego, nº 270 (fragmento).