viernes, 29 de julio de 2016

GILLES ROZIER, De un país sin amor

No veo TV, no veo series por internet, no leo periódicos, apenas escucho la radio, soy una desinformada voluntaria que busca mantener la mente casta como decía H. Thoreau. ¿Por qué suelto esta andanada? Porqué este libro, pese a mi alejamiento de ella, lo vi en la prensa, no recuerdo exactamente dónde, pero es posible que fuera en el Babelia, lo único que ojeo, y con desconfianza, del periódico en el que esta sección va incluida. 



Antes de nada algunas aclaraciones… 

El título hace referencia a los lugares, en este caso concreto Polonia, del que tuvieron que marchar los judíos en el periodo de entreguerras. Un país sin amor, un país donde Dios no estaba, pese a su arraigado catolicismo, tal y como se recoge en la contraportada. Como sabéis quienes me leéis con cierta asiduidad, me interesa mucho el periodo entre las dos guerras mundiales y la II Guerra Mundial y, más si cabe, la literatura mitteleuropea. Esta novela entra de lleno en ambos temas con un tema para mi desconocido, la Yiddishland, es decir, el “reino judío” que no tenía fronteras políticas sino lingüísticas (se extendía entre el Vístula y el Rin). 

Yiddishland, se dice en la novela, es como una red lanzada sobre Europa, una especie de red reticulada unida por un fluido que unía pueblos y ciudades a través del yídish, lengua hablada por unos ocho millones de personas. En esa red a escala de un continente se desarrollaron una literatura, un teatro, periódicos, una red de relaciones que hacía que un vecino de Riga, pudiera leer en un periódico en yídish cualquier noticia de Varsovia, una ciudad distante casi mil kilómetros. 

Algo me ha rondado por la cabeza mientras leía esta novela ¿Qué ha quedado de esta cultura, de esta literatura? Y la respuesta es desoladora, apenas nada, fue convertida en cenizas con el Holocausto, una dimensión de la tragedia que nunca había pensado. En Israel se impulsó el hebreo y el yídish, la lengua de muchos judíos emigrados de Centroeuropa, se fue marginando hasta casi su extinción. 

El autor 

Gilles Rozier nació en Grenoble en 1963. Es traductor de yídish y hebreo y dirige la Casa de la Cultura Yídish_Biblioteca Medem de París. Es autor de diversas novelas y relatos de los que solo se han traducido dos novelas, la primera Un amor clandestino (2006) y esta que comento. Actualmente vive en París. 



¿De qué trata la novela? 

No resulta fácil sintetizarlo, desde luego hay una historia muy bien narrada que logra captar la atención del lector/a, pero hay temas como la amistad, la memoria, el olvido, el amor a una lengua y una cultura, que sobrepasan la historia narrada. 
Sulamita Kacyzne, una anciana recluida en su palacio romano donde ha construido un espacio de la memoria en la planta alta de su mansión, le cuenta a un joven francés (Pierre), que se ha puesto en contacto con ella, mil historias sobre ese “reino judío” que usaba el yídish como lengua principal. El punto de partida son tres escritores, Uri Zvi, Peretz Markish y Melej Rawicz, que formaban parte de la Unión de Escritores y Periodistas de Varsovia y que escribían sus obras en yídish. 
Cada escritor evoluciona de una manera diferente ante los acontecimientos, se desplaza por diversos países de Europa, o del mundo, permitiéndonos ir conociendo cómo se fue fraguando la tragedia que estalló con toda su crueldad en 1939 pero que ya hacía tiempo que se venía cobrando víctimas, por ejemplo con los pogromos contra las comunidades judías, entre un antisemitismo extendido y aceptado por gran parte de la población europea. 
Al hilo de estas historias personales se van tejiendo otras historias, van apareciendo otros escritores y escritoras, ciudades (Viena, Moscú, Vilna, Jerusalén), etc. 
El joven Pierre y la anciana Sulamita construirán una relación de amistad y de amor que nos permite conocer sus vidas personales, sus vicisitudes marcadas por los acontecimientos históricos y su amor por los libros y por la cultura.

¿Cómo reconstruir mi reino? Lo intenté en mi biblioteca. Por eso he consagrado sesenta años a reunir estas decenas de miles de documentos, pero ¡qué difícil es colocar sobre unos estantes el contenido de un espíritu humano! Mis muros están tapizados con libros. Elija uno, siéntese en el sofá. No se levantará antes de haberlo terminado (121). 
Hay capítulos muy interesantes, por ejemplo el 29, que habla sobre el genocidio y los supervivientes. Pero no piensen quienes me siguen leyendo a estas alturas de la reseña que ese tema inunda todo el libro porque no es así. Hay descripciones de los cafés de Viena, de las tertulias literarias en la Varsovia de los años veinte, de las bibliotecas de unos y otras realmente deliciosas y que nos transportan a un mundo que fue barrido violentamente llevándose consigo una riqueza cultural desconocida para los europeos/as actuales.

Uno de los párrafos que me han gustado… 

Ya soy muy mayor, pero la guerra me ha enseñado una cosa: si queremos sobrevivir, nunca debemos sentirnos superados por las circunstancias (242). 

Este libro tiene otra virtud importante… lo que explica es hoy reconocible, es fácil sobresaltarse ante las similitudes que van apareciendo en nuestro camino mientras leemos. Nos provoca preguntas, dudas, en definitiva, nos puede proporcionar claves sobre el comportamiento humano muy útiles para comprender el presente y que el futuro no nos supere.

viernes, 22 de julio de 2016

YASAR KEMAL, Calor amarillo

¿Cómo llegué a este libro? 

Fueron Wineruda y Atticus quienes me recomendaron la lectura de Kemal, el primero me dijo que este Calor amarillo era “brutalmente bello”. Todo vino al hilo de la reseña que hice sobre La bastarda de Estambul, ahí podéis encontrar los comentarios de ambos. 


¿Cuál es el contenido de Calor amarillo? 

Se trata de veintiún relatos de pequeña extensión (en torno a las diez páginas) exceptuando cuatro o cinco que son más largos. Todos ellos tienen como escenario la llanura de Çukurova (en el Taurus turco) y, añadiría, que están unidos también por el calor, amarillo (título del primer cuento de la serie), y la pobreza. 
El sol, que caía a plomo, nublaba su entendimiento. Caminaba tambaleándose; el suelo ardiente le quemaba los pies, como si a través de sus zapatos rotos le hubiesen entrado brasas (19). 
En todos los cuentos están presentes personajes, que viven en pequeñas aldeas, dedicados a la agricultura, la ganadería y el pequeño comercio, que sobreviven como pueden a la explotación, al machismo y a la injusticia. Los relatos describen con minuciosidad la vida de los desheredados, aplastados por un trabajo que, muchas veces, resulta infructuoso por las condiciones en que se ven obligados a desarrollarlo. Las condiciones de explotación de mujeres y niños/as resultan muchas veces angustiosas como es el caso de las mujeres en “Una fea historia”.

En Calor amarillo el protagonista indiscutible es el pueblo bajo, sus problemas cotidianos, sus dificultades para cubrir sus necesidades más elementales como la comida y su trabajo para extraer el fruto de la tierra. Pero que nadie espere una visión idealizada de éste porque no la encontrará, las rencillas, envidias, rencores y odios, pueblan muchas de estas historias. También encontraremos actos de rebeldía, de orgullo y de solidaridad. La realidad, aunque quizás realidad de otro tiempo, trasiega por todas estas historias. 


¿Quién es Yasar Kemal? 

Nació en Adana en 1923 y murió en 2015 en Estambul. Escritor, periodista y reportero, procedía de una familia de origen kurdo. Calor amarillo fue su primer libro de cuentos publicado en 1952. Kemal vivió una vida azarosa y difícil con frecuentes estancias en la cárcel por motivos políticos. Fue un eterno candidato al premio Nobel que no llegó a conseguir. 

Su estilo… 

… es sencillo, vinculado con la tradición oral de los cuentos de Asia Menor, coloquial y siempre con una fina ironía que hace muy fácil su lectura si se logra empatizar y sintonizar con unas historias que, a veces, parecen a años luz de nuestra realidad. La defensa del honor y la venganza que se desprende de dicha defensa puebla muchos de estos relatos.
Sus descripciones del paisaje, montañas y llanuras del Taurus, así como el clima, especialmente como ya he dicho, el calor estival, resultan lo mejor, para mí, de estos cuentos.
No puedo ocultar que me costó entrar en las historias y que, aunque lo logré, los temas me resultan en parte ajenos. Digo en parte porque en ellos hay emociones y circunstancias universales y, por ahí, transité para no descolgarme de las narraciones, a veces, repetitivas. Algunos cuentos me han impactado como “El recién nacido”, “El tendero”, “Lagarto verde” y el mencionado, “Una fea historia”. 

Mi fragmento favorito… 

Un vaho azul lo envolvía todo: los pinos, la enorme roca, el suelo rojizo, las hierbas, las flores, las blancas nubes del cielo… Todo, el horizonte, los pájaros que pasaban volando… La fina espuma blanca que había sobre el mar también estaba envuelta por un vaho azul. El Egeo es así. Un vaho azul lo envuelve todo. De ahí su encanto (171). 

¿Quién no desearía viajar a ese Egeo de vaho azul tras leer estas líneas? Una Turquía desconocida y, quizás, inexistente hoy, que aporta un acercamiento al mundo rural, fuera de Estambul.

viernes, 15 de julio de 2016

LUIS ALBERTO DE CUENCA, Cuaderno de vacaciones

De nuevo un poemario. De nuevo una dificultad para escribir algo que tenga interés desde mi dificultad para hablar de poesía. De nuevo un intento para el que pido disculpas por anticipado si resulta irrelevante lo que digo. 



El poeta 

Luis Alberto Cuenca es madrileño, nació en 1950 en pleno franquismo. Es profesor de Investigación del CSIC y académico de número de la Real Academia de la Historia desde 2010. Y además escribe poesía por la que ha sido premiado en numerosas ocasiones. En 2015 ha sido galardonado con el premio Nacional de Poesía por este Cuaderno de vacaciones


Un poema 

El maquillaje es sospechoso siempre.
Tú, recién levantada de la cama, 
sin nada que no sea tu glorioso
cuerpo gastado por las decepciones
y por los desengaños, pero erguido
como un árbol al viento de la vida
que se lo lleva todo por delante:
esa es mi religión, esa es la única
visión de lo sagrado que conozco (130). 

El poemario 

Contiene 85 poemas escritos en los veranos comprendidos entre 2009 y 2012. El autor los ha agrupado en ocho epígrafes que aspiran a ordenar temáticamente la lectura. En todo caso lo que une estos poemas, como el autor señala en una nota, es su escritura gozosa, vacacional, su fusión con el ocio, un vicio comparable al de la poesía. Hay poemas hermosos, destilan una ironía suave con un guiño de sonrisa madura que te llega adentro. Poemas que sueltan un polen de lecturas y amor al mundo clásico. Versos logrados que palpitan cuando los lees y que vuelven a ti después de pasadas unas horas. Sin embargo, no he logrado conectar con sus poemas excepto en algunos de ellos. 

Otro poema 

Cuando te veo triste y melancólico,
próximo ya a la ruina cenicienta,
me permito decirte (en estos versos,
porque a la cara no me atrevería) 
que aún respias (lo que es inevitable
cuando se sigue vivo), que hay películas
todavía que ver, y geologías
caprichosas y océanos en llamas
y tesoros escitas y crepúsculos
que admirar, y novelas que leer,
y connivencias mágicas, y copas
feéricas que apurar.(…) (82). 

Leed poesía, como dice de Cuenca es un vicio de los más entrañables y deliciosos.

viernes, 8 de julio de 2016

FRÉDÉRIC PAJAK, Manifiesto incierto. Con Walter Benjamin, soñador abismado en el paisaje. La inmensa soledad. Con Friedrich Nietzsche y Cesare Pavese, huérfanos bajo el cielo de Turín.

La pequeña historia que hay tras estos libros…

Tras leer El oficio de vivir, un comentario de Atticus me condujo a este autor, su propuesta fue La inmensa soledad. Con Friedrich Nietzsche y Cesare Pavese, huérfanos bajo el cielo de Turín. Indagué sobre el libro, me picó la curiosidad, pero el precio era un poco caro y lo deje aparcado de momento. Sin embargo, el autor se volvió a cruzar en mi camino lector con este Manifiesto incierto y ya no pude aparcarlo, así que decidí probar con esta obra. A las treinta páginas decidí comprar La inmensa soledad y tras otras lecturas breves me embarqué en su lectura. 




“Ensayo gráfico”, ¿un nuevo género?

Así se denomina, en la pestaña del libro, lo que escribe Pajak. ¿Por qué esta fórmula? Porque el autor combina dibujos, que él mismo realiza, con texto, sin tratarse de un comic o de una novela gráfica. El dibujo no ilustra el texto o al contrario, sino que a través de los dos medios, dibujo y texto, analiza, interpreta y evalúa un tema. Por tanto es un ensayo en el amplio sentido de la palabra en el que la parte gráfica refleja las reflexiones que el autor realiza a través de la palabra.
Tampoco estamos ante un ensayo al uso sobre un autor (o varios), en este caso Walter Benjamin, Friedrich Nietzsche y Cesare Pavese, puesto que la figura de estos escritores se entremezcla con capítulos sobre acontecimientos actuales que analiza el propio Pajak, por ejemplo los atentados terroristas de Bolonia en agosto de 1980, o sobre las sensaciones que le sugieren diversas ciudades, el mar o la lluvia.
No soy ninguna experta para afirmar que se trata de un nuevo género, pero sí puedo decir que es una propuesta original que no se parece a ninguna otra.



¿Quién es Frédéric Pajak?

Podemos amar el trabajo, la rigidez de los gestos obligatorios.
Podemos también amar el caos, la duda, la torpeza, el error. 
Podemos amar no elegir, o incluso elegir no elegir (102).



Es un (atractivo) francés nacido en 1955 en Altos del Sena y que es dibujante, escritor y editor. Hace veinte años fundó la editorial “Les Cahiers Dessinés” donde publica la obra de dibujantes y, además, es escritor e ilustrador. Es autor de una veintena de obras y desde la publicación de La inmensa soledad (1999) ha desarrollado este peculiar tipo de ensayo al que pertenece también Manifiesto incierto.

¿De qué trata el Manifiesto Incierto?

En primer lugar señalar que desde 2012 Pajak trabaja en un proyecto del que, en Francia, ya se han publicado cuatro volúmenes y que pretende ser una reflexión contra los totalitarismos y en defensa de la tolerancia y de la libertad de pensamiento. Este Manifiesto que gira en torno a la figura de Benjamin es el primer volumen
.

Walter Benjamin (Berlín 1892-España 1940) advirtió en numerosos escritos sobre las amenazas del totalitarismo, especialmente, del alemán. Encontró, como muchos otros escritores que tuvieron que huir a partir de 1933 de Alemania, una total incomprensión que minusvaloraba, desde la ignorancia y la estupidez, el crecimiento del monstruo (y no me refiero a Hitler o Mussolini, sino a millones de personas que colaboraron con ellos) que asoló Europa. Hoy, la extrema derecha y, con ella, la xenofobia, el rechazo de millones de europeos, contra los extranjeros y refugiados, que les votan, el egoísmo nacionalista que, desde la insolidaridad, clama contra las contribuciones de los ricos a los pobres (da igual que el contexto sea el de clase social, el autonómico con el famoso “España nos roba” del independentismo catalán o el ya estamos hartos de pagar para los zánganos del sur que se escucha en Inglaterra o en Alemania) asimilado incluso por una izquierda (incluso izquierda antisistema) que se ha tragado el anzuelo de la casposa “unión sagrada” que provocó la matanza, por ejemplo, de la Iª Guerra Mundial.
Si el enemigo triunfa, ni siquiera los muertos estarán a salvo (167).
Pajak defiende en su discurso, jalonado de imágenes impactantes, el librepensamiento, la justicia social, el igualitarismo y la mirada al pasado para encontrar las clarividentes advertencias sobre el peligro del totalitarismo de pensadores como Benjamin.



¿De qué trata La inmensa soledad?

En este caso gira en torno a Nietzsche y Pavese y la ciudad de Turín. El autor busca las similitudes en la vida de ambos: huérfanos de padre, crecieron en un ambiente femenino, ninguno de los dos consiguió que las mujeres les amaran. Ambos tuvieron una vida breve e intensa y vivieron en Turín, una ciudad peculiar. En esta ciudad Nietzsche perdió la razón y Pavese se suicidó.

Walter Benjamin

Embarcó en Hamburgo el 7 de abril de 1932 en el buque Catania con destino a Barcelona y de allí embarco hacia Ibiza:
Walter Benjamin sube a bordo, con poco equipaje, quizá una maleta ligera de “fibra vulcanizada” que guarda bajo la litera, en un camarote de tercera.De estatura media, corpulento, es un hombre corriente ataviado con un traje oscuro, cara regordeta, pelo a cepillo que grisea en las sienes y un bigote negro que aspira a ocultar los labios carnosos de un “epicúreo sensible”. El grueso cristal de gafas redondas le achica los ojos (39).
Benjamin es escritor ¿O tal vez pensador, lector, traductor…? Tiene, al menos, fama de ser un autor incomprensible. ¿Filósofo? En todo caso parece que intentaba conciliar la tradición judía, el comunismo y los ideales anarquistas (43-44). Consideraba que desde Bakunin, a Europa le ha faltado un concepto radical de libertad (52) y le preocupaba que, con la victoria del comunismo y el fascismo se había aniquilado al individuo en el interior de la masa. Para Benjamin la subjetividad es muy importante y ésta había quedado prohibida en los años treinta.
En su “Experiencia y pobreza” se dirige al hombre perdido a tenor del 30 de enero de 1933 y describe un presagio:
Nos hemos vuelto pobres. Hemos ido diseminando la herencia de la humanidad pieza por pieza, hemos tenido que empeñar ese tesoro enorme en el monte de piedad, a menudo por una centésima parte de su valor, a cambio de la calderilla de lo actual. Tenemos la crisis económica a las puertas, y tras ella una sombra, la guerra que se prepara (73).
A lo largo de siete años, de 1933 a 1940, vagó entre Francia, España, Dinamarca e Italia. Su vida hecha añicos se asemeja a esos fragmentos escritos que lo ocultan tanto como lo revelan (74).



Friedrich Nietzsche y Cesare Pavese
Predomina en La inmensa soledad, Nietzsche, se nota que a Pajak le interesa más esta figura, sobre Pavese nada nuevo me ha aportado tras leer El oficio de vivir. No quiero alargar esta reseña innecesariamente, os dejo un fragmento interesante como este del biógrafo de Nietzsche, Curt Paul Janz:
Conservo la imagen de una figura trágica. Primero debido a las terribles enfermedades, dolores inaguantables que lo acompañaron a lo largo de su vida y contra los cuales tuvo que luchar de manera permanente. Pensaba que se debían al clima: ésta es la razón de que buscara sin cesar el lugar en el que se sentiría mejor. Su vida fue especialmente dolorosa. La substancia de su filosofía son las pasiones. No es un filósofo cerebral, del discernimiento, un filósofo del conocimiento distanciado y descarnado. En él todo tiene su origen en la experiencia, en las emociones. Su filosofía es un combate consigo mismo, con el cristianismo y las interpretaciones del cristianismo (253)

 Os convoco a dejaros tentar por Frédéric Pajak. Son libros de “lectura lenta”.

viernes, 1 de julio de 2016

SZILÁRD BORBÉLY, Los desposeídos.

El dolor 

Cuando no hay ni almuerzo ni cena, mi hermana y yo desmenuzamos el pan en la leche. Si mi madre se da cuenta, nos zurra. No importa. No duele tanto como cuando llora y no logro consolarla. Me arrodillo y rezo. Tiemblo de miedo por el plato roto. Pido a Dios que mi madre se cure. Lleva medio año mirando al vacío. Desde que el Pequeñín se murió. Desde entonces no habla. Nosotros también guardamos silencio cuando volvemos a casa (195). 
Si algo rezuma esta novela es dolor en estado puro. Dolor por una miseria extrema que el comunismo no fue capaz de combatir. Dolor por el maltrato sistemático entre las personas de una pequeña comunidad rural en la zona oriental húngara: los padres maltratan, las madres maltratan, los hermanos se maltratan, los compañeros/as de escuela se maltratan y al final de la cadena se maltrata a los animales. La existencia de un sustrato de violencia primitiva condiciona la vida de quienes viven en el pueblo, un lugar en el que la vida es difícil para todos sus habitantes, pero especialmente para los excluidos, para los desposeídos. 


La exclusión 

La novela describe poco a poco los mecanismos de exclusión en un pueblo, excluido él mismo por situarse lejos de los centros de poder. 
(…) se temen los unos a los otros. Temen a los botafuegos, a los pendencieros. Y también a los comunistas. Y a los soplones, que van a la sede del Partido a cantar lo que se ha hablado. Pero no saben quiénes son los soplones, así que desconfían los unos de los otros. Todos de todos. Y tienen miedo. Solo el aguardiente disuelve el miedo en su interior (25). 
Poco importa que estemos en un país comunista, de nada sirven los slogans estereotipados sobre solidaridad o apoyo mutuo. En este pueblo la lucha es por la supervivencia, falta lo imprescindible: la comida, la ropa, los medios para hacer frente al frío, y la salud. Un niño es el narrador de esta historia, que es la del autor mismo ya que la novela tiene una base autobiográfica. 

Desde la inocencia, pero a la vez desde la picardía, este niño, Bobonka, cuenta las cuitas materiales y afectivas de su familia y del pueblo entero. Poco a poco, sobre todo mediado el libro, van apareciendo los motivos de la exclusión: son de origen extranjero (rumanos, dice el abuelo paterno; huzulos, dice la bisabuela materna). Se rumorea además que el niño es nieto de un judío, razón por la cual sufre las burlas y agresiones de sus compañeros/as de escuela y su familia el rechazo de los vecinos/as. 

Se mantienen abiertas heridas de la II Guerra Mundial empezando por el holocausto en el que miles de judíos húngaros fueron llevados a los campos de trabajo y exterminio donde murieron o regresaron, como Mózsi, para encontrar su casa completamente saqueada por los vecinos/as. Su abuelo materno era fascista, según cuenta su nieto, su padre un kulak y por ese motivo no logra tener trabajo en la cooperativa y tiene que marchar del pueblo donde queda su mujer con dos niños y una niña. 

La desesperanza 

No hay salida frente a la miseria, la marginación, la falta de libertad… Los desposeídos relatan un mundo cerrado del que el niño-narrador nos transmite los olores, los colores y las costumbres de los adultos que escupen, beben, insultan, se burlan de los débiles… sobreviven con una violencia primitiva que emerge por cualquier motivo y que, no olvidemos, está hoy presente en ese rechazo visceral a los refugiados, considerados extranjeros que hacen peligrar una cultura cristiana y homogénea que ponen en peligro con su sola presencia.

¿Cómo fue posible que el comunismo no limara ninguna de estas actitudes racistas, excluyentes y antisolidarias? Los comunistas aparecen muy de vez en cuando representando el poder e inspirando miedo. Y poco más. 

La niñez inexistente 

Nuestro narrador es un niño adulto, obligado a asumir responsabilidades y papeles de adulto, especialmente trabajando en lo que puede en la casa, en el huerto o en casa de otros familiares. El dolor y el miedo atenazan la infancia y está prohibido soñar, hasta el punto de que los adultos, en un increíble ritual bárbaro, meten un gato muerto debajo de la cama de aquellos niños/as que se atreven a soñar. Por otro lado, la carencia de lo más elemental convierte la infancia en una travesía en la que la muerte puede aparecer en cualquier momento como le ocurre al Pequeñín. Buscar comida se convierte en una prioridad y a ella queda supeditada la vida. 

Las reflexiones de este niño-adulto son estremecedoras por su lucidez y su comprensión de la realidad. El miedo atenaza siempre su vida y, a veces, tiene instintos asesinos contra aquellos adultos que, en lugar de darle cariño y protección, lo abandonan en un mundo violento y peligroso. 

Recuerda… 

…a otros escritores/as húngaras, incluso en el protagonismo del niño que narra la historia. A mí me recuerda a Agota Kristof y a Imre Kertész, dos extraordinarios escritores, sin embargo Los desposeídos, tiene una entidad y una personalidad que nada tiene que envidiarles.


Como Kristof y Kertész vivió con preocupación el viraje político que se produjo en su país tras la caída del comunismo (ninguno de los tres añoraban el comunismo con el que eran extremadamente críticos) y, aquejado por una depresión, decidió suicidarse en 2014, meses después de publicarse esta extraordinaria novela (2013), con cincuenta años. 

Me ha costado elegir un párrafo, pero será esta explicación que le da la madre a su hijo respecto  a qué es ser judío… 

-Pero ¿por qué dicen judío de mierda? Pregunto.
 -Porque para ellos judío es todo aquel que no muere donde nace. Ellos notan que quien se irá de entre ellos es diferente. Perciben el olor a forastero en aquel que no es como ellos. Solo soportan a sus semejantes. El que se va es un traidor. El que es distinto también. Consideran judío a todo aquel que usa su cabeza. Quien es más inteligente que ellos es judío. En cuanto se percatan de que un niño es listo, de seguida le dan pan con aguardiente. Le dan vino con azúcar para atontarlo.(…) Para que durante toda su vida no se atreva a ir más allá de la taberna. Porque odian a todo el mundo que no es como ellos. Que piensa. Que reflexiona. Y sigue dando una lección de la base de xenofobia y de la exclusión del diferente (122-123). 

Os recomiendo esta excelente novela encarecidamente. Nos aporta muchas claves del pasado pero también del presente.