jueves, 25 de agosto de 2016

DANUBIO


Llegue al Danubio en Budapest, llevaba conmigo el libro de Magris, el que me había provocado los deseos de hacer el viaje. Después de recorrer un rato la ribera del rio, empapándome de todo lo que significaba para mi desde el punto de vista literario, me senté bajo la escuálida sombra de un arbusto y, mirando el Parlamento y los zapatos que se han convertido en un recuerdo de los fusilamientos de judíos que luego eran lanzados al Danubio, me puse a leer.


Budapest es la más hermosa ciudad del Danubio; una sabia autopuesta en escena, (…). Budapest da la sensación física de capital, con un señorío y una autoridad de ciudad protagonista de la historia. (…)
No por casualidad, a comienzos de siglo, Budapest fue la cuna de una extraordinaria cultura que se preguntaba, con el joven Lukács pero no únicamente con él, que relación existía entre el alma y las formas, si detrás de lo inesencial múltiple existía una esencia de la vida y qué relación subsistía entre el funcionamiento de las cosas tal como son y la autenticidad del deber ser (241).

Mirando ese rio turbio, sabio y grande (Joseph Attila), descansé mi vista en sus aguas y supe que estaba en mi “patria”, esa que no es territorial, ni mucho menos étnica, esa patria de los libros, de la empatía humana, del reconocimiento mutuo, del rechazo de la invasión del estado y de la razón de estado en cualquier esfera de la existencia. Mitteleuropa.


viernes, 19 de agosto de 2016

LOUISE PENNY, Enterrad a los muertos

¿Por qué esta novela? 

Por un par de motivos, primero la novela negra me encanta, los que hace más tiempo que pasáis por este espacio lo sabéis. Sin embargo leo poca últimamente, me tienen atrapada otros contenidos y autores/as. En segundo lugar esta novela fue un regalo de cumpleaños que quería leer para agradecérselo a una compañera de trabajo reciente con la que he sintonizado gracias, de nuevo, a la lectura. 


Recordando la diferencia entre novela negra y policiaca

Importante diferencia porque mi atracción es hacia la novela negra, apenas me llama la atención la policíaca. Dice Dominique Manotti que la novela negra nos indica que la condición natural de nuestra sociedad es el desorden bajo una apariencia ordenada que no puede tener final feliz casi nunca. La novela negra disecciona la realidad contemporánea. En cambio la novela policial es literatura de evasión, con distintos grados de violencia, en la que el mensaje es que la policía nos protege y siempre resuelve los delitos para que podamos dormir tranquilos.



Enterrad a los muertos es novela negra

Este género literario se caracteriza por cinco características que utilizaré una vez más para hablaros de esta novela:

Un crimen a investigar
En este caso no es un crimen sino dos, la muerte del Ermitaño que vive en una cabaña en medio del bosque de Quebec y la muerte de un arqueólogo aficionado, Augustin Renaud, investigador de la figura de Samuel de Champlain, fundador de la ciudad de Quebec en 1608.

Un policía o detective que descubre al culpable
Tampoco es un solo policía sino dos, aunque forman parte del mismo equipo: el inspector jefe Armand Gamache, verdadero protagonista de la novela y Jean-Guy Beauvoir. Los dos policías pertenecen a la división de Homicidios de Canadá: la de la Sûreté de Quebec. Resolverán los dos asesinatos cuando concluye la novela.

Una contextualización humana y social del hecho criminal
La novela contextualiza los crímenes tanto desde el punto de vista histórico, urbano, climatológico y político. En esta novela encontraremos muchos fragmentos que nos hablan de la dureza del clima de Quebec, de la calidez de sus casas, de la ciudad amurallada y de sus edificios históricos, entre los que se encuentra la biblioteca de la Sociedad Literaria e Histórica de la comunidad anglo, de su pasado lejano (la fundación de la ciudad) y más reciente (la violencia de los independentistas en los años sesenta) y la separación y desconfianza de las dos comunidades de Quebec (la mayoritaria que es francesa y la anglo que es minoritaria).

Personajes realistas, con matices, dudas y contradicciones, como Émile Comeau, mentor de Armand Gamache y en cuya casa se refugia. Cualquiera de los voluntarios/as de la Sociedad Literaria e Histórica o del bistró de Three Pines son personas derrotados y en decadencia en busca de la verdad o, cuando menos, algún atisbo de ella. Ya no digamos Augustin Renaud, un personaje estrafalario, solitario y obsesivo cuyo interés único es encontrar la tumba de Champlain.

Una estructura narrativa impecable en la que los hechos se narran siguiendo un hilo conductor claro, pese a la complejidad de la historia doble y evocaciones retrospectivas de historias anteriores que están presentes en la narración (la historia de Champlain, del Ermitaño y del atentado en el que el protagonista estuvo a punto de morir) y que no desvela hasta el final. La habilidad de la escritora para narrar varias historias a la vez y pasar de la esperanza a la desconfianza es enorme.

Un párrafo sobre la biblioteca protagonista de la novela
Gamache observó a Winnie recorrer la biblioteca entre las estanterías que iban del suelo hasta el techo, las alfombras indias esparcidas por el suelo de madera noble, la mesa larga de madera y, junto a ella, los asientos: dos sillones de cuero y el sofá en el que él estaba sentado. (…) Las ventanas arqueadas abrían huecos entre las librerías e inundaban la sala de luz, cuando había luz que atrapar (31).
Y otro sobre la historia
Muchas de las cosas que conocemos como historia no lo son. Los acontecimientos se exageran, se inventan héroes, se redefinen los objetivos para que parezcan más nobles de lo que eran. Todo para manipular a la opinión pública y fabricar un enemigo u objetivo común (323).
Cuando acabas de leer la novela tienes unas irresistibles ganas de viajar a Quebec y conocer sus heladores inviernos.

viernes, 5 de agosto de 2016

PENELOPE FITZGERALD, La librería

Su pequeña historia previa 

Había leído El inicio de la primavera, hace cinco años y me había olvidado de la autora por completo. Me la recordó la revista de literatura Turia con un interesante artículo y me pareció oportuno leer otra de sus obras. Dado lo que me gustan los libros y las librerías, opté por esta obra. 
En primer lugar, y para despejar dudas, no estamos ante una novela de esas que se publican para que piquemos aquellas personas que nos gustan los libros, entre otras cosas porque está escrita en 1978, mucho antes de la moda que nos invade en la actualidad sobre este tipo de literatura. 



Su autora 

Penelope Fitzgerald (Lincoln 1916- Londres 2000) es una escritora muy peculiar puesto que escribió su primera novela con sesenta años. Empezó tarde pero a partir de ahí no paró: autora de nueve novelas, tres biografías, cuentos, ensayos, poemas y reseñas literarias, ganó el Booker en 1979 con su tercera novela, A la deriva, aunque ya había sido finalista con La librería y volvería a serlo con dos más. Se hizo mundialmente famosa con La flor azul, novela con la que gano en EUA, el ‘National Book Critics’ Circle Award, cuando ya tenía 80 años. A Fitzgerald se la considera legítima heredera de Jane Austen de cuya literatura fue siempre una acérrima defensora. 


La novela

En La librería, la autora describe con precisión la idiosincrasia de un pequeño pueblo costero de Suffolk que en 1959 ve como Florence Green abre una pequeña librería (y biblioteca). Las fuerzas vivas se oponen a tal aventura porque tenían otros planes para el lugar que Florence, Old House, había comprado para ello. Aun cuando cuenta con algunos apoyos, los poderes fácticos la acorralaran hasta que logran que la librería se cierre y Florence se marche de la localidad. 
He explicado la historia porque en realidad en sí misma es bastante insustancial, sin embargo la autora, que escribe cada una de sus obras convirtiéndolas en una pieza única, tiene un estilo al narrar que convierte un tema común en algo especial. 
En La librería, la imposibilidad del entendimiento humano se convierte en el centro de la obra junto con la construcción de personajes que no parecen pertenecer a la sociedad en la que viven como el Sr. Brundish, único defensor, entre las fuerzas vivas, con el que contará Florence. 
La autora tiene una gran facilidad para explicar, con pocas pinceladas, detalles certeros de los personajes y de la historia que narra. La propia escritora inventó un término para describir su género: “tragifarsa”. En efecto, mezcla con gran habilidad lo trágico con lo burlesco en sus historias, por ejemplo cuando describe a la propia Florence en la página 10: 
Era pequeña de aspecto, delgada y huesuda, un poco insignificante vista desde delante y completamente insignificante por detrás. 
Aunque su literatura es realista, propone al lector un pacto para creer en la fantasía, en esta obra con la existencia de un poltergeist caprichoso que vive en Old House y del que no os cuento nada más. 

Un párrafo que me ha gustado hace referencia a la opinión que le da el Sr. Brundish sobre Lolita de Nobokov: 
Es un buen libro y, por lo tanto, debería intentar vendérselo a los habitantes de Hardborough. No lo entenderán, pero será mejor así. Entender las cosas hace que la mente se vuelva perezosa (120). 
Me costó captar el humor de Penelope Fitzgerald, por eso una parte de la novela la leí con cierta distracción.