viernes, 27 de enero de 2017

PHILIPPE CLAUDEL, La nieta del señor Linh

Es la tercera novela que leo de Claudel y las tres me han gustado (para mí la mejor continúa siendo El informe de Brodeck). Las dos anteriores tenían como trasfondo una guerra, Almas grises, la Iª GM y El informe de Brodeck, la IIª GM, esta que hoy comento la guerra de Vietnam.



La guerra

La guerra facilita que emerja la maldad que permanece invisivilizada, salvo excepciones, en tiempos de paz. Es habitual en su literatura, por lo que voy viendo, que el narrador haga un registro de sucesos como si se tratara de un caso policial, marcando distancias, o tratando de ser objetivo, respecto al tema. Como decía en El informe de Brodeck,  Claudel escribe con una prosa bella y envolvente y  por medio de sutiles pinceladas cuenta lo que significa ser refugiado en un país alejado del propio como consecuencia de una guerra.
El autor describe en paralelo su pequeña aldea en Vietnam con la gran ciudad a la que lo llevan (ciudad francesa posiblemente aunque nunca se menciona su nombre, al igual que en las novelas anteriores), por ejemplo, cuando le dan su primera sopa:
La sopa es como el aire de la ciudad que ha inspirado al bajar del barco. No tiene auténtico olor, auténtico sabor. El anciano no reconoce nada en ella. No encuentra el delicioso picor de la hierba limón, la dulzura de cilantro fresco, la suavidad de las tripas cocidas. La sopa entra en su boca y en su cuerpo, y de pronto siente toda la incertidumbre de su nueva vida (13).
Rememora la guerra, casi sin mencionarla y el trauma causado (solo al final de la novela conoceremos su verdadera dimensión).

El tema: “ser refugiado”

Esta novela fue publicada hace 11 años, nada tiene que ver con la guerra en Siria, sin embargo tiene plena actualidad. Desgraciadamente las guerras siempre tienen actualidad y la huida en busca de refugio de las personas que las padecen también.
El señor Linh huye de su aldea masacrada buscando refugio, en sus brazos lleva a su nieta Sang Diu (“Mañana dulce”) y una pequeña maleta con una fotografía descolorida y un saquito de tierra para recordar su país. Es un anciano al que le cuesta entender lo ocurrido y que difícilmente podrá adaptarse a su país de acogida, pero tiene que vivir para cuidar de su nieta de pocos meses.
¿Por qué se ve obligado a alejarse de tantas cosas? ¿Por qué el final de su vida no es más que desaparición, muerte, entierro? (90).
Contra todo pronóstico encuentra un amigo, el Sr. Bark, en la ciudad en la que lo instalan.
La novela está llena de tristeza y dolor, pero también de ternura y amor (amor entre abuelo y nieta y amor ente los dos amigos que apenas se entienden con palabras). En muchos momentos provoca, incluso, sonrisas por los equívocos que se producen entre los amigos que se entienden sin entenderse.


Una novela interesante, de plena actualidad. A más de una persona le vendría bien leerla para no ver amenazas donde no las hay.

viernes, 20 de enero de 2017

PIERRE LEMAITRE, Nos vemos allá arriba.

Una novela sobre la Iª Guerra Mundial
Fue publicada en vísperas de la conmemoración del centenario de la Gran Guerra en 1913 y traducida al español en pleno centenario. No quiero afirmar que se hiciera intencionalmente pero sí oportunamente.
La novela trata de la inmediata postguerra, se divide en tres capítulos (noviembre de 1918, noviembre de 1919, marzo de 1920) y un epílogo. La narración arranca en los últimos días de la guerra cuando un oficial, d’Aulnay-Pradelle, ordena una absurda ofensiva en la que mueren algunos soldados innecesariamente y quedan heridos otros como es el caso de Albert Maillard y, especialmente, Édouard Péricourt. Estos tres personajes quedaran unidos por las circunstancias, especialmente los dos soldados, ya que Albert cree que le debe la vida a Édouard.
La novela trata, por tanto, de la postguerra más que de la guerra.


Albert Maillard y Édouard Péricourt
Estos dos personajes son los protagonistas de la novela. Dos jóvenes envejecidos con rapidez por influencia de la guerra que compartían la dura vida de las trincheras sin apenas conocerse; dos jóvenes de origen social diferente (Albert de origen humilde y Édouard de familia rica) pero igualados por la guerra; dos soldados desmovilizados que sufren la miseria de la postguerra y sobreviven como pueden.
En el fondo, Albert se apuntó a una guerra stendhaliana y se encontró con una prosaica y salvaje matanza que causó mil muertos diarios durante cincuenta meses (25).
Albert y Édouard protagonizan la novela, pero es la época la que da vigor a la historia. Una época, la de la belle époque, que lo fue para quienes supieron aprovechar las ventajas del fin de la guerra y especular, utilizar las influencias y las amistades en beneficio propio como es el caso de d’Aulnay-Pradelle. En cambio, quienes habían sobrevivido tras afrontar la guerra y las heridas físicas y psicológicas, sufrieron el olvido, la miseria y las dificultades de adaptación a los tiempos de la paz.
Albert lamentaba que el gobierno, que para frenar la inflación había instituido un “vestuario oficial” a ciento diez francos, no hubiera creado también una “ampolla nacional” de morfina a cinco. O el “pan nacional”, el “carbón nacional”, el “calzado nacional”, el “alquiler nacional” e incluso el “empleo nacional”. Se preguntaba si no era con ese tipo de ideas como uno se convertía en bolchevique (150).
La novela narra, a través del intento de tomar la revancha de ambos protagonistas, la personalidad de ambos jóvenes-viejos, sus entornos sociales, sus problemas y sus momentos de felicidad, los avatares políticos y familiares en que se ven envueltos aunque indirectamente y los traumas y secuelas de la guerra.

La novela cuenta con numerosas virtudes
Bien escrita, Pierre Lemaitre consigue vincular con soltura varias historias que se entremezclan sin llegar a perder la pareja, Albert y Édouard, el protagonismo de la historia.
Bien contextualizada, el autor es capaz de pintar un fresco de la población francesa, especialmente parisina, en la dura postguerra que siguió a la carnicería que significó la guerra entre 1914 y 1918.
Bien caracterizada la psicología de los personajes que van acompañando y desfilando al lado de Albert y Édouard (de hecho el autor ejerció varios años como psicólogo).

Y sin embargo, mis sensaciones son contradictorias
Percibiendo las bondades de la novela, no puedo dejar de apuntar que en gran parte de la novela, falta emoción, empatía hacia sus personajes, calidez al presentarnos a esos dos exsoldados maltratados durante la guerra y olvidados en la postguerra. Esa emoción existe en la última parte de la novela, las últimas cien o ciento cincuenta páginas.
Édouard acaba siendo un personaje estrafalario y dramático, anulado por su pérdida del habla, que pierde su personalidad hasta el punto de no querer vivir. La tragedia que arrastra Édouard, nos la cuenta su padre, que nos irá dando pistas sobre las razones por las que no desea volver a casa pese a la riqueza familiar. Sin embargo, se quedan en el camino algunos aspectos que deberían haber tenido su protagonismo como su supuesta homosexualidad.

Una frase:
Hasta las mayores alegrías dejan un poso de tristeza. En toda experiencia hay siempre un sentimiento de carencia (236).
El balance es positivo sin entusiasmo.



viernes, 13 de enero de 2017

POESÍA, EMOCIONES PARA 2017

Quiero empezar este año con la emoción que siempre me proporciona la poesía.

Reseño poca poesía, me cuesta mucho hacerlo. Es tan íntima que casi nunca se me ocurre qué comentar o qué resaltar, pero en mi mesita de noche siempre hay un libro de poemas que, a veces, se eterniza allí porque leo poco a poco y releo los poemas que me han gustado una y otra vez. Este es el caso de este libro de dos poetas que se encuentran entre mis favoritas, especialmente la Tsvetáieva.




ANNA AJMÁTOVA

Le gustaban tres cosas en la vida:
pavos reales blancos, canciones al atardecer,
y desgastados mapas de América.
Detestaba el lloriqueo de los niños,
confitura de frambuesa para el té
y la histeria femenina...

     Y yo era su mujer...

MARINA TSVETÁIEVA

¡Feliz Año Nuevo! ¡Feliz luz y mundo nuevo, refugio,
reino nuevo feliz! Para ti, esa primera carta
en tu nuevo lugar -no de verdes praderas
de flores esmaltadas, sino de honda resonancia clamorosa
como una hueca torre de Eolo-. Para ti,
esta primera carta, escrita desde tu patria
-donde gimo sin ti- que es ya hoy
sólo una entre las estrellas... Leyes
de separación y retirada, que convierten
también en una más a la amada y devuelven
a la inexistencia lo mejor.

(fragmento del poema ¡Por el Año Nuevo!).

Poesía para construir buenos augurios que nos sean beneficiosos en el 2017.


viernes, 6 de enero de 2017

LEER EN U-TOPÍA...

LEER, LEYENDO, EMBEBIENDO PALABRAS, COMIENDO VOCALES, PENSANDO FRAGMENTOS, RIENDO CAPÍTULOS, SUFRIENDO CON LETRAS (en la imagen están los que ando leyendo a la vez, mi libreta de notas lectoras, algunas de mis bolsas de libros, una vela...).



Como bien sabéis, leo sin descanso, mucho menos de lo que quisiera, mucho más de lo que a mi alrededor ocurre (por fortuna en el mundo virtual he encontrado personas que leen mucho, mucho más que yo misma). Cuando acaba el año, cuento los libros que he leído, no por batir récords, sino por el placer de repasar lo que he leído, no es un dato importante para mi.

He comprado muchos libros, más de los que puedo leer en varios años, los compro en librerías pero también por internet, me regalan y regalo libros, compro bolsas que tratan sobre libros, cuando viajo las librerías y las bibliotecas forman parte de mi curiosidad viajera. Este año me he emocionado en la biblioteca de la Abadía de Melk y en muchas librerías húngaras y austriacas. Compro postales de lectoras/es, tengo amistades virtuales cuya base son los libros (por supuesto también amistades presenciales con las que intercambio libros). He cambiado impresiones sobre libros con libreras, autores/as, incluso editores/as.

Mi vida es mucho más que libros, pero no concibo la vida sin libros.

Que en este 2017, como dice Marina Tsvetáieva, podamos seguir encontrándonos en U-TOPÍA para hablar de libros vivos, libros de esos que están tan vivos que siempre temes que sigan su camino y cambien mientras no los estás leyendo.